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La Reina de Santomé
(historias de la vida de provincia)

Reseñas:

“La reina de Santomé es una metáfora. Pero no sólo en el sentido de la traslación del sentido recto de una voz a otra figurada, en virtud de una comparación tácita. Tampoco en el sentido del tropo que permite la descripción de algo mediante una semejanza por analogía. Aunque esas mecánicas no están ausentes a lo largo de la red de pasiones de La reina de Santomé, su autor, Guillermo Piña-Contreras, nos pone ante la metáfora de un tiempo y de un espacio, ante la metáfora de una sociedad y su historia pública e íntima. El tiempo es el de la dictadura trujillista. El espacio es el de la isla donde la historia puso en marcha uno de los procesos de mestizaje más intensos del Caribe: “Un pueblo de mulatos que se creen españoles”, en el decir de Papapa, el abuelo, el personaje que es como la correa de transmisión de las bases históricas y sicológicas sobre la que se asienta esta sociedad desde la época prehispánica hasta los días de coronación de la reina durante la clausura de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre” (Jorge Nájar).

“Guillermo Piña Contreras usa, en La reina de Santomé, la memoria descriptiva para entregarnos un texto modelo de lo que es un formato para otras novelas dominicanas, novedoso, y nacido de interioridades “aglutinadas”, porque el autor no utiliza los protocolos de la narrativa tradicional y su modo de narrar, a veces faulkneriano, nos da un San Juan de la Maguana centrado en los difíciles años de una adolescencia señera, rescatando historias barriales que de improviso relumbran en presente y pasado, casi como si fueran un gerundio, utilizando la simultaneidad como manera creativa, y generando en el lector la integración, por la vía del relato de temas selectivos, de historias y personajes que surgen desde diversas épocas, para dar sentido novelístico a un período centrado fundamentalmente, en el Año Benefactor de la Patria” (Marcio Veloz Maggiolo).

¨Desde esa apariencia provincial, la novela de Piña-Contreras retrata la atmósfera de silencio, miedo y terror que vivía la República Dominicana en los años del 1948 al 1955, tiempo en que transcurre. Este último año se organizó el escrutinio para elegir a la reina de Santomé, la que también representaría a la provincia en las celebraciones nacionales por el Centenario de la Independencia Nacional¨ (Rafael Emilio Pineda).

¨Piña-Contreras no es un escritor que juega y que improvisa; sabe hacer las cosas bien, como Dios manda, diríamos. De ahí que sus novelas sean escasas. Antes de publicar, se asegura muy bien de que sus textos estén limpios y en buena condición en términos de estilo. Y éste, el estilo, sin duda, es un elemento que lo distingue sobremanera. Son pocos los novelistas actuales que están dispuestos a hacer ese tipo de trabajo con sus textos. La vasta mayoría simplemente improvisa. Escribe lo que se le antoja, sin preocuparse para nada de lo que la oración, el párrafo, la página y el capítulo dicen o cómo impactan al lector. De modo que, en el caso de Piña-Contreras, podemos estar sumamente contentos con los resultados. Leer una de sus páginas, es leer una página de auténtica literatura¨ (Giovanni Di Pietro).

¨A través de los ojos del niño, el autor va hilvanando la historia que corre desde el espacio del colegio, la vida religiosa, los mitos que hacen de San Juan de la Maguana un espacio de brujos y héroes. La batalla de Santomé es el escenario del general José María Cabral. Esta historia que conforma, escribe y reescribe el metarrelato nacional, se cruza con otra historia que describe la vida del pueblo, el centenario de la batalla, el tiempo recuperado como homenaje; el presente cruzado por un trujillismo que se apodera de todas las representaciones simbólicas, no sólo para legitimarse, sino para perpetuarse en el tiempo¨ (Miguel Ángel Fornerín).

¨Piña Contreras no es un narrador lineal que busca un hilo conductor inmediato. Tampoco pretende involucrarse en un tipo de relato convencional donde la intensidad episódica le obligue al empleo de un lenguaje de fácil consumo. Lo suyo es la introspección, la poesía muy bien dosificada, el simbolismo fortuito que cabalga por rumbos casi documentales, el costumbrismo aclimatado por su fina prosa periodística, las creencias religiosas ficcionadas con recursos de la ortodoxia literaria y la mirada crítica contra el sistema socio político que impuso en la República Dominicana la dictadura trujillista, esta vez vista a través de unos protagonistas que, sin olvidar su condición de moradores provincianos, hombres comunes y corrientes de nuestros campos, alcanzan una metáfora lúdica¨ (Luis Beiro).